martes, 9 de junio de 2009

Tarecuato



Tarecuato (del tarasco t’arre juata - cerro viejo) está situado en el extremo del borde occidental de la meseta purépecha; después de Tarecuato, la ruta empieza su bajada hacia las tierras calientes. Fue en la época prehispánica un lugar de intercambios comerciales entre las poblaciones de la costa y las de la meseta. Es ahora un pequeño pueblo de más de 9,000 habitantes, que vive de la explotación de la madera de los montes que lo rodean y de sus plantaciones de aguacate.

Tarecuato ha conservado su aspecto colonial -casas antiguas de adobe con techos de aleros anchos y calles de empedrado irregular- y su atmósfera de otros tiempos: los niños se interpelan en purépecha y las mujeres de todas las edades usan la vestimenta tradicional, una falda de tablones blanca debajo de un delantal bordado y un rebozo azul oscuro con rayas de un azul más claro. Tarecuato ha conservado también sus instituciones religiosas tradicionales -los cabildos indígenas- y su división en 5 barrios: Las Vírgenes, San Juan, San Pedro, Santiago y San Miguel.

Una visita de Tarecuato tiene que empezar con el conjunto edificado por Fray Jacobo, el templo de San Francisco y el convento dedicado a Santa María. La fachada del templo es típicamente franciscana, pero el resto de la construcción presenta elementos arquitectónicos inusuales en la región: desde la torre cuadrada del campanario hasta la capilla abierta, sin olvidar la pared exterior del convento, muy mediterránea. El conjunto ha sido modificado y restaurado, su aspecto actual debe de ser muy diferente del previsto inicialmente por su constructor. En el atrio, subsisten algunos troncos de los olivos que Fray Jacobo sembró y una extraordinaria cruz de cantera labrada que se eleva sobre un pedestal en forma de pirámide escalonada.

Más abajo de la iglesia, se reúnen las mujeres el día de plaza para vender el pan tradicional de Tarecuato. Allí también se celebra un evento de origen prehispánico, la Maiapita o Feria del Atole. El atole es la bebida tradicional del lugar, y está presente en todos los momentos importantes de la vida del pueblo y de sus habitantes: se obsequia a los padres de la novia “raptada”, a las autoridades tradicionales recién nombradas, en los bautizos, las fiestas o los velorios. La tradición cuenta que la novia podía ser “devuelta” a sus padres después de la boda si no sabía preparar atole.

En la Maiapita, concursan las mujeres del pueblo con un gran variedad de atoles de todos colores y sabores: salados o dulces, de fruta o de leguminosas, de plantas aromáticas o curativas, algunos bastante exóticos como los de aguamiel o de caña quemada (“chaqueta”). Este día se elige una reina de la Feria, y es la oportunidad de admirar los atuendos de fiesta de las mujeres, en particular sus rebozos cuyos flecos imitan plumas de ave.

No se puede dejar de visitar las capillas de los barrios, en particular la hermosa capilla de San Miguel. Ha llegado intacta del siglo XVI a nuestra época con sus gruesas paredes de adobe, las vigas de su techo y sus paredes pintadas y la imagen de San Miguel cabalgando.

Las capillas forman parte de la vida de los habitantes, cada una tiene su historia y su tradición. En las tardes, antes de cerrar la capilla, la “carguera” de San Miguel le quita la espada para “evitar una desgracia cuando el santo realiza su ronda nocturna”. La capilla de Santiago recibe la visita de los que han perdido un animal doméstico: piden al santo su ayuda atando un listón a una pata de su caballo. Las Vírgenes de la capilla del mismo nombre no quisieron regresar al pueblo de Naranjo de donde les habían traído en procesión.

La tradición local atribuye muchos milagros a Fray Jacobo: curaba a los enfermos, podía recorrer 50 leguas por día o celebrar la misa en dos lugares diferentes al mismo tiempo. En una ocasión, hizo brotar un manantial para bautizar unos indígenas, golpeando unas rocas con su báculo. Supo de la muerte de Carlos V el día mismo donde ocurrió, el 21 de septiembre de l558, -la noticia llegó a la Nueva España dos meses más tarde- y celebró una misa en su memoria. Plantó al final de su vida su báculo en el patio del convento, afirmando que “si retoñaba, sería señal de su salvación, de lo contrario de su condenación”(2). El árbol, un naranjo, está todavía de pié y produce frutas a las cuales la gente atribuye propiedades curativas.

3 comentarios:

  1. la tradición de Este magnifico lugar.es que en la antigüedad curaban a los enfermos este lugar guarda muchísimos secretos.te invito a que conozcas un poquito mas de este lugar...
    http://tbn3.google.com/images?q=tbn:c4G7ssAKvpK3uM:http://www.panoramio.com/photos/original/6302807.jpg

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